17 · 12 · 25 "Contar una historia desde la dignidad": Entrevista a Ángel Froilán Flores Martínez, director de LOS QUE DICEN ¡NO! Compartir en twitter Compartir en facebook Compartir con correo Copiar al portapapeles Gabriela Martínez El cineasta Ángel Froilán Flores Martínez formó parte de la Selección Oficial del 23er Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM) con su documental Los que dicen ¡No!, que sigue a un grupo de campesinos de los pueblos aledaños a las montañas de la Sierra Norte de Puebla que defienden el río Apulco, el cual es amenazado por diversos proyectos extractivos. Ellos luchan por defender su tierra, su agua y su vida, mientras comparten el poder y la alegría de decir "¡no!".En el FICM tuvimos la oportunidad de platicar con el cineasta, quien nos compartió el proceso de realización de este trabajo que busca ser un retrato de los habitantes que defienden su territorio de proyectos de minería a cielo abierto y proyectos de generación de energía eléctrica a través de hidroeléctricas. Los que dicen ¡No! (2025, dir. Ángel Froilán Flores Martínez) FICM: ¿Qué me motivó a contar esta historia?Ángel Froilán Flores Martínez: Mi familia. Mi ombligo está en la Sierra Norte de Puebla. Soy hijo de migrantes totonacos de la sierra que emigraron a la ciudad, y crecí como migrante en la ciudad: migrante campesino, hijo de campesinos. Ya cuando empecé a crecer y a tomar conciencia de que el arte y contar historias mediante la foto y el video iban a ser mi quehacer. Comencé a trabajar muchos temas relacionados con el territorio, el regreso, la memoria familiar, el mito. Mientras hacía estos proyectos artísticos muy íntimos —sobre el mito familiar, sobre por qué emigraron, quiénes están allá—, empezaron a darse a conocer en la Sierra Norte "los proyectos de muerte".Entonces comenzaron las primeras movilizaciones y yo, como un metiche que andaba husmeando, fui enterándome de la problemática y me involucré con muchas minorías organizadas: grupos de campesinos que, desde aquellos años —hablo de 2012 y 2013—, iniciaban las primeras manifestaciones contra todos esos proyectos. Descubríamos los planes de la industria extractiva y yo empecé, muy intuitivamente, a documentar, sobre todo con fotografía.En 2014 asesinaron a un compañero y eso fue un golpe muy fuerte. Fue entonces cuando dije: “Aquí tenemos que hacer algo, un proyecto de mucho más largo aliento para documentar lo que está ocurriendo”.FICM: ¿Cómo fue el proceso de documentación del movimiento?AFFM: En 2018 empecé a grabar video. Soy fotógrafo de formación, foto–documentalista, y me sumé al trabajo colectivo para ver cómo poníamos nuestro saber al servicio de la lucha.Así empezamos a trabajar con un grupo de amigos y formamos un colectivo para documentar y acompañar los movimientos de resistencia y de defensa del territorio en la Sierra Norte de Puebla. Para 2020 eso ya tenía forma de película. Decidimos dejar de hacer videítos informativos y solo fotos, y comenzar a construir un cuentito contado con imagen en movimiento y con sonido.FICM: ¿Cómo fue tu acercamiento al tema?AFFM: Los movimientos de defensa nos abrieron las puertas. Colaboramos y quisimos que fuese una película hecha con métodos de participación comunitaria. Los comités de defensa y los propios defensores tuvieron un papel muy activo en la construcción de la película.Hicimos talleres de formación audiovisual. Los defensores participaron activamente y eso implicó un proceso lento, de cocción lenta, además de que se atravesó la pandemia.Fueron varios años, varias capas de trabajo, procesos muy reactivos y al mismo tiempo acompañantes de la propia lucha. Sabemos hacer videos y entrevistas, así que elaborábamos productos audiovisuales para acompañar la lucha. También realizábamos talleres de cartografía con un compañero especialista, para documentar lo que estaba en peligro. Trabajábamos con los comités y todo implicaba muchas asambleas, mucho consenso, muchas reuniones.Eso también hacía el proceso más lento. Por ejemplo, muchos protagonistas fueron elegidos en asamblea. Pero esto fue muy enriquecedor: permitió descubrir cosas muy bonitas. Muchos protagonistas son defensores que aparecen en la película. La canción principal del filme fue compuesta por un compañero que es campesino de día y por las noches escribe corridos.Nos dimos a la tarea de musicalizar su canción junto con otro compañero de la región. Buscamos que el equipo creativo, de campo y de rodaje fuera parte del movimiento, muy de la región. Trabajamos con una radio comunitaria que fue nuestra maestra: llevan más de diez años documentando saberes, conocimientos y lengua indígena en la Sierra Norte. Ellas nos guiaron y hasta aprendimos a hacer radio. Fue un trueque: ellas nos enseñaban a hacer radio y nosotros aportábamos producción audiovisual o fotografía. Toda esta dinámica fue muy bonita. Los que dicen ¡No! (2025, dir. Ángel Froilán Flores Martínez) A veces uno llega diciendo: “A mí me encanta este personaje, es buenísimo frente a cámara, tiene rasgos particulares”, y la asamblea decide que no será él el vocero. Entonces, sí, hay personas que aparecen en la película y que son voceras elegidas por la comunidad, a veces por asambleas grandes y otras veces por minorías organizadas que son los más movilizados.En algunos casos el protagonista fue elegido en asamblea, frente al comité de ejidatarios en defensa del territorio. Dijeron: “Nachito es ideal porque conoce su territorio y en sus tierras quieren construir la presa de jales”. Él es el único al que no han podido comprar, así que todos votaron por él.En otro comité más pequeño decidieron que la vocera fuera Fran, una compañera promotora que vende productos de belleza y que, de casa en casa, va sembrando la palabra de la defensa entre grupos de mujeres.Otros dijeron que no creían en el formato de protagonista y querían que hablara toda la comunidad. Tuvimos que resolver narrativamente cómo mostrar a 26 campesinos ejidatarios caminando juntos sin que nadie brillara más que otro.La radio comunitaria también fue un apoyo enorme. Un día les dije: “Sé que no quieren salir a cuadro, pero llevan 12 años haciendo esto; si alguien puede contar esta historia, son ustedes”. Se organizaron y, aunque no todas aparecieron, decidieron quién participaría.Otro compañero nos sorprendió: el autor de la canción de la película llegó un día y dijo: “Yo canto, tengo una rola”. La cantó a capela porque no es músico, solo la escribe y la canta. Me pareció una genialidad. Lo grabamos tanto que terminó teniendo más minutos en pantalla que muchos otros.Hay de todo. Al inicio dejábamos todo a la asamblea, pero luego entendimos que debía haber de todo y también nosotros asumir responsabilidades como equipo creativo, porque estábamos contando una historia muy importante para los pueblos.FICM: Al haber tantas personas involucradas, ¿cómo fue el proceso de elección de los protagonistas?AFFM: Hubo momentos complicados. Había asambleas en las que un grupo decía una cosa y otro grupo decía otra. Pero uno también es parte de esa comunidad organizada, así que sabe dónde colocar la cámara. En rodaje, yo sabía dónde ponerme: si estábamos en una etapa en la que querían hablar como colectivo, grababa así; si querían hablar los voceros, grabábamos a los voceros.Fue un proceso muy bonito. No fue un rodaje tradicional, estructurado, de “armemos un set de filmación”. Fue muy comunitario, muy de colaboración, muy de participación, muy de nuestra tradición y de la educación campesina. Se dio así, naturalmente. Los que dicen ¡No! (2025, dir. Ángel Froilán Flores Martínez) FICM: ¿A qué retos te enfrentaste como director al tener tanto material?AFFM: Al inicio era muy intuitivo: si la camioneta estaba muy bonita, la grababa; si la textura del terreno era preciosa, la grababa. Pero después, conforme todo se fue consolidando, ya sabíamos qué contar y cómo contarlo.Hay una cosa que yo he aprendido del cine documental: no se puede romantizar la pobreza. Partimos de un principio ético muy claro: contar una historia desde la dignidad. Entonces buscábamos un plano que, aunque mostrara el contexto del personaje —ya fuera un defensor, un campesino, un maestro de escuela—, nunca los colocara desde un lugar de lástima o victimización.Queríamos retratarlos como lo que son: personas con sabiduría, con lucha, con capacidad organizativa. Queríamos mostrar su fuerza y su dignidad, que para mí es lo más importante.Para mí, eso ha sido indispensable en el cine documental sobre pueblos campesinos e indígenas: buscar una dignidad visual. Sí, hay precariedad, hay necesidades, hay desigualdad estructural; pero estas personas no son menos que nadie. Son dignas, sabias, fuertes. Eso debía verse en la película.Luego vino la segunda parte del proceso, que era ordenar todo lo que grabamos. Cuando llegamos a montaje, teníamos muchísimo material. La realidad es muy generosa; había demasiadas escenas hermosas. Y montar fue un reto porque, por ejemplo, si la asamblea cambiaba de vocero, ya la película también debía adaptarse narrativamente, aunque yo ya hubiese grabado al primero.En la asamblea llegaban y decían: “No, ya no va a ser él. Va a ser ella”. Y entonces había que rehacer. Así que sí, fue un proceso muy vivo, muy cambiante, muy orgánico.FICM: ¿Qué representa para ti haber llegado al FICM con este trabajo?AFFM: Muchísimo orgullo. Nunca imaginé que Los que dicen ¡No! entraría al FICM. Cuando uno piensa en Morelia, piensa en un festival muy importante, y que un proyecto tan comunitario, hecho con tanta rabia, tanto cariño, tanto dolor y tanto amor, pudiera entrar… es un honor.Para las comunidades también fue una alegría enorme. Lo celebraron como suyo, porque la película es suya. Yo solo coordino, acompaño, ordeno. Ellos son las protagonistas. Y estar en Morelia significó, para muchas personas de la Sierra Norte, que su lucha, su dolor y su esperanza están siendo escuchados.Ha sido una felicidad enorme. También una sorpresa. Y creo que es un recordatorio de que el cine comunitario tiene un lugar en las salas, en los festivales y en el corazón de la gente.