07 · 03 · 25 TÚ, YO, NOSOTROS: Ortega, Torres, Fons Share with twitter Share with facebook Share with mail Copy to clipboard Rafael Aviña En Tú, Silvia (Rita Macedo) es una intensa y atractiva mujer alcohólica de 38 años, madre de los jóvenes Nadia (Julissa) y Carlitos, y esposa del masoquista, violento e inseguro Carlos (el hombre lleva una ridícula peluca) (Carlos Ancira). Ella soporta ese infeliz matrimonio y no olvida a su antiguo amor Octavio (Guillermo Murray), un pintor al que ella despreció y que partió al extranjero. La relación con su hija tampoco es buena. Octavio regresa a México y se encuentra con Carlos, que insiste que su mujer lo vea para después reclamarle. En el segundo episodio: Yo, Julián Enríquez, exnovio de Nadia (un espléndido Sergio Jiménez), es un joven piloto fumigador que abandonó la pintura y la arquitectura; regresa a la Ciudad de México a la muerte de su madre y de un accidente que casi le cuesta la vida. Busca a Nadia, quien canta en un cabaret y se convierten en amantes ocasionales, pese a que ella está a punto de casarse con el joven adinerado Adrián (Carlos Cortés). El padre de Julián, paralítico y en silla de ruedas (Pancho Córdova), le confiesa a este que su madre guardó el dinero que él le enviaba, para que pudiera concluir sus estudios de arquitecto, pero se niega a dárselo cuando él se lo pide para otra cosa; Julián lo abandona toda una tarde lluviosa en un balcón y es rescatado por Nadia, por lo que el hombre deja de hablarle a su hijo. En Nosotros, Julián se convierte en amante de la madre de Nadia: Silvia. La pasión entre ambos es tan intensa como agobiante, sobre todo cuando Silvia nota el extraño temperamento de su joven pareja quien decide volver a pintar. Tiempo después, Silvia y Julián son felices pero se presenta Carlos, quien pretende llevarse de vuelta a su esposa y en una discusión entre los tres todo termina de manera trágica.“Madre, hija y un extraño que las ama de un modo brutal y tierno… absoluto y frágil”, con esta frase se promocionaba Tú, yo, nosotros (1970), notable filme con algunos instantes en suma inquietantes, pero sobre todo sincero y capaz de romper con las convenciones melodramáticas y moralistas de la época con el que se iniciaban en la industria los realizadores Gonzalo Martínez Ortega y Juan Manuel Torres, Jorge Fons ya había realizado el episodio La sorpresa, de Trampas de amor, en 1968, y debutado en el largometraje con El quelite (1969). El primer episodio sirve para presentar a los personajes y lo hace de manera eficaz. No obstante, Yo y Nosotros mantienen una intensidad estimulante y convulsa que va subiendo de tono hasta llegar al clímax brutal que rompe una “felicidad” inexistente que sólo se encuentra en los instantes de alegría que uno insiste en llamar amor. En ese sentido y pese a la enorme habilidad técnica y narrativa de Fons para cerrar la trama, es el capítulo de Juan Manuel Torres el que ofrece una asertividad y diálogos naturalistas fuera de lo común y el que aporta las escenas más sensibles y perturbadoras.Así lo muestra aquella imagen de Julissa y Jiménez en la cama después de hacer el amor y leyendo, casi una calca de una escena y del póster publicitario de Domicilio conyugal (dir. Francois Truffaut, 1970) que se estrenó en Francia en septiembre de 1970 y en México hasta 1972; el rodaje de Tú, Yo, Nosotros inició a fines de noviembre, es probable que Torres haya visto la película y más probable aún que viera el cartel y se haya inspirado, o simplemente Truffaut y el coincidieron. Inquietantes resultan las escenas en el campo de aviación y sobre todo el encuentro de Julián con sus excompañeros arquitectos ya recibidos, como el que encarna Mario Casillas que le muestra las fotos de su departamento, su mujer, sus hijos, su televisión y del refrigerador que va a comprar y más tarde en la inauguración de su pequeño despacho, Jiménez recibe una golpiza por parte de Casillas y sus amigos, cuando aquel le hace una proposición indecorosa a la hermana de este.Y es que el personaje de Julián es un hombre que parece cargar una gran frustración, lo que le lleva a tener episodios de violencia y quizá por ello también parece tener una sexualidad a flor de piel o un instinto lascivo que le lleva a “tirarle los perros” a la jovencita que lo atiende en la UNAM (Dunia Saldívar), a la hermana de Casillas, a la propia Nadia y sobre todo, esa obsesión erótica que siente por Silvia, la madre de Nadia, de una sensualidad y una belleza impresionante, que primero lo rechaza al término de la boda de su hija y después participa activamente, cuando él le menciona que su hija fue su amante. Y en particular, la escena más subversiva de todas por encima de la escena sexual entre Jiménez y Macedo, es aquella en la que Julián, furioso contra su padre que le niega el dinero que envió a su madre, lo deja atado a su silla de ruedas en un balcón bajo una tormenta y peor aún, le coloca una suerte de pararrayos en un brazo.El capítulo de Fons une la historia de amor desesperada y frustrada del hijo pródigo y de la madre abandonada sexualmente. No sólo eso, hay aquí otras escenas terribles como aquella en la que Julián, harto de que su padre no le hable desde el episodio de la lluvia, obliga a su amante madura a hacer el amor con él frente al padre paralítico que guarda un silencio forzado. O aquella escena en la que el torpe camillero del Seguro Social golpea por accidente al padre en la silla de ruedas y de inmediato Julián se le va a los golpes ante el enojo de la bellísima y espléndida actriz Claudia Millán, de brevísima carrera (La Sunamita, dir. Héctor Mendoza, 1965), que interpreta a una doctora. Finalmente, no faltan las escenas delirantes casi oníricas como la escena de la película que Macedo y Jiménez ven en el cine donde Margie Bermejo canta en una cantina de western, mientras dos hombres adinerados discuten (Toni Sbert y Ludwik Margules) y se enfrentan a balazos las huestes de un bandido “blanco” (Mario García González) y un bandido “negro” (Ernesto Gómez Cruz), o la secuencia final del ataque de Carlos a Silvia y Julián, en medio de botes de pinturas de colores. Se trata de un filme en suma sensible y conmovedor con una notable banda sonora de Manuel Enríquez que obtuvo los premios Ariel a Mejor Dirección por el episodio Nosotros. Mejor Actriz para Rita Macedo y Mejor Coactuación para Pancho Córdova.