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Los amantes de Verona en tierras mexicanas: ROMEO + JULIETA, de Baz Luhrmann

En una urbe apocalíptica donde coexiste la violencia, la impunidad criminal y económica, la contaminación, el tráfico automovilístico y la más delirante imaginería religiosa, dos poderosas familias de empresarios, los Montesco y los Capuleto, se enfrascan en una lucha inútil a través de sus hijos: jóvenes pandilleros adictos a la sangre, el alcohol y los estupefacientes. Sin embargo, en medio de ese exotismo brutal y alardes de machismo, Romeo Montesco y Julieta Capuleto desafían la tradición de la venganza dando rienda a su pasión adolescente con resultados funestos.

Los clásicos jamás pasarán de moda y uno de los mejores ejemplos es la obra de William Shakespeare, fuente de inspiración de cineastas como: Kurosawa, Welles, Polanski, Allen, Greenaway, Jarman o Van Sant, quienes actualizaron los textos del prolífico dramaturgo de Stratford-on-Avon nacido en el siglo XVI. A ellos, se suma la delirante y barroca Romeo y Julieta/ Romeo + Julieta (1996), del australiano Baz Luhrmann, filmada en nuestro país; una relectura vanguardista que mantiene el espíritu del original y arroja luz sobre la actualidad de este. 

Romeo + Julieta (1996, dir. Baz Luhrmann)

En efecto, el entonces joven realizador Luhrmann y su guionista Craig Pearce apuestan por una adaptación propositiva sin temor al ridículo, pese a respetar casi de manera íntegra los diálogos del original isabelino. Director y guionista sustraen a sus protagonistas de la severidad de vestuarios de encajes y duelos con floretes para colocarlos en una ciudad agresiva donde impera el culto al tatuaje y a la muerte, y las pistolas con mango de plata llevan escrito las palabras dagas o espadas para contar la tragedia de los amantes de Verona  interpretados por los muy jóvenes Leonardo Di Caprio y Claire Danes.

Al lado de sus predecesoras, esta ultramoderna versión de Romeo y Julieta se convierte en una explosiva mezcla de cine de pandillas, neowestern, drama de venganzas e historia de amor, como suma y metáfora del impacto del video, la violencia, la virginidad, la nostalgia cinéfila y otras manifestaciones de la cultura pop. Si la primera y prodigiosa secuencia en la gasolinera resulta una puesta al día de Sergio Leone y su spaguetti western; el reconocimiento entre Romeo y Julieta a través del cristal de una pecera recicla la mejor escena romántica de Casino Royale (1967) con fondo musical de “The Look of Love”, de Burt Bacharach, en voz de Dusty Springfield, por ejemplo.

Romeo + Julieta (1996, dir. Baz Luhrmann)

Es cierto que Amor sin barreras (1961), de Robert Wise y Jérome Robbins, aportó al relato de amor entre dos jóvenes de familias opuestas la vivacidad y la espectacularidad coreográfica del musical al estilo Broadway, para hablar de los barrios bajos neoyorquinos de finales de los cincuenta y la crisis generacional. No obstante, la vertiginosa Romeo + Julieta de Luhrmann, cineasta con experiencia en el musical, no resulta heredera de West Side Story, sino de Sangre en el barrio chino (1987); en esencia, una versión moderna de la propia tragedia de Shakespeare concebida por un cineasta visionario como Abel Ferrara.

De hecho, el tratamiento dramático de Luhrmann es partidario de los temas y obsesiones de Ferrara. Un relato de culpa, redención y paroxismo religioso en una ficticia Verona Beach. En efecto, en Romeo y Julieta coinciden el doloroso purgatorio del mal teniente de Corrupción judicial (1992) y los duelos multiétnicos de pandillas de la citada Sangre en el barrio chino. Sin embargo, Luhrman saca provecho de una estética digna del MTV de entonces y de un diseño visual inquietante y subversivo en ese microcosmos poblado de vírgenes como alegoría de una exaltada pureza. 

Por supuesto, no resulta casual la elección de nuestro país como escenario ficticio. El templo del Sagrado Corazón de María, el puente de Taxqueña, la Avenida Insurgentes y Reforma, el Castillo de Chapultepec y las imágenes televisivas plagadas de violencia, le otorgan un toque irónico y muy actual, a un país con juniors que manejan a toda velocidad, familias que se disputan el poder económico y noticieros que muestran bancazos, homicidios, linchamientos y crímenes políticos. Y al final, una historia de amor imposible, como una suerte de esperanza fútil en una urbe enloquecida y siniestra donde se glorifica la violencia como lo es el México de hoy en día.